29 de abril de 2009

Paraguay: estalla artefacto en jardines de palacio de Justicia - Yahoo! Noticias

Paraguay: estalla artefacto en jardines de palacio de Justicia - Yahoo! Noticias:
Paraguay: estalla artefacto en jardines de palacio de Justicia

1 hora, 34 minutos

ASUNCION (AP) - Una bomba estalló en los jardines del palacio de Justicia en esta capital el miércoles luego de ser retirada de una instalación interior del edificio tras una llamada anónima, según informó Alicia Pucheta, miembro de la Corte Suprema de Justicia.
(Publicidad)

'No sé si es un atentado, sólo digo que los investigadores policiales están haciendo su trabajo para tener un informe más tarde', dijo Pucheta a los periodistas tras la evacuación de unas dos mil personas del edificio de nueve pisos.

Natividad Arévalos, telefonista del edificio, comentó a los periodistas que 'cerca del mediodía recibí una llamada anónima diciéndome que había una bomba en el baño del bar, ubicado en el subsuelo, y que explotaría en 15 minutos'.

'Un personal de seguridad fue a verificar, encontró un paquete negro, lo sacó al jardín y efectivamente minutos después explotó. Nos produjo mucho susto', confesó.

El comisario Viviano Machado, comandante de la Policía Nacional, indicó que 'no hubo daños materiales ni heridos', sin especificar qué tipo de artefacto explotó"
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Paraguay: estalla artefacto en jardines de palacio de Justicia

1 hora, 34 minutos

ASUNCION (AP) - Una bomba estalló en los jardines del palacio de Justicia en esta capital el miércoles luego de ser retirada de una instalación interior del edificio tras una llamada anónima, según informó Alicia Pucheta, miembro de la Corte Suprema de Justicia.
(Publicidad)

'No sé si es un atentado, sólo digo que los investigadores policiales están haciendo su trabajo para tener un informe más tarde', dijo Pucheta a los periodistas tras la evacuación de unas dos mil personas del edificio de nueve pisos.

Natividad Arévalos, telefonista del edificio, comentó a los periodistas que 'cerca del mediodía recibí una llamada anónima diciéndome que había una bomba en el baño del bar, ubicado en el subsuelo, y que explotaría en 15 minutos'.

'Un personal de seguridad fue a verificar, encontró un paquete negro, lo sacó al jardín y efectivamente minutos después explotó. Nos produjo mucho susto', confesó.

El comisario Viviano Machado, comandante de la Policía Nacional, indicó que 'no hubo daños materiales ni heridos', sin especificar qué tipo de artefacto explotó"
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21 de abril de 2009

Quino anuncia que dejará de dibujar "por un tiempo" para no repetirse

Quino anuncia que dejará de dibujar "por un tiempo" para no repetirse:
Quino anuncia que dejará de dibujar 'por un tiempo' para no repetirse
El autor de Mafalda y uno de los creadores de historietas más talentosos de la Argentina, escribió una carta manuscrita que publicó este domingo en la revista Viva del diario Clarín, donde explicó que no se tomara ese mensaje 'como una despedida, sino como una ausencia temporal que espero sea breve'.

UN HASTA PRONTO. En la carta que escribió para sus lectores, Quino explica que le pareció acertado 'tomarme un tiempo hasta encontrar algún modo de renovar el enfoque de mis ideas o al menos nuevas formas en mi línea gráfica'. El argentino Joaquín Salvador Lavado Quino anunció ayer en Viva, la revista dominical del diario Clarín donde publicaba sus historietas, que para evitar repetirse dejará de dibujar, pero pidió al público que no lo tome 'como una despedida sino como una ausencia temporal'.
El creador de Mafalda y otros entrañables personajes utilizó las páginas que suele destinar a sus dibujos en Viva, para escribir una carta a sus 'queridos lectoras y lectores'.
'Como ya saben, desde hace un par de años esta querida revista viene republicando páginas mías, algunas dibujadas hace mucho tiempo, otras no tanto', escribió en el manuscrito Quino, nacido hace 76 años en la ciudad de Mendoza.
'Resultó interesante volver a verlas por la asombrosa actualidad que presentaban muchas de ellas -agregó-, lo que prueba que tantos problemas que hoy nos agobian vienen repitiéndose gracias al talento que pone la sociedad en reciclar sus errores'.
sigue - RevistaViva -
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Quino anuncia que dejará de dibujar "por un tiempo" para no repetirse

Quino anuncia que dejará de dibujar "por un tiempo" para no repetirse:
Quino anuncia que dejará de dibujar 'por un tiempo' para no repetirse
El autor de Mafalda y uno de los creadores de historietas más talentosos de la Argentina, escribió una carta manuscrita que publicó este domingo en la revista Viva del diario Clarín, donde explicó que no se tomara ese mensaje 'como una despedida, sino como una ausencia temporal que espero sea breve'.

UN HASTA PRONTO. En la carta que escribió para sus lectores, Quino explica que le pareció acertado 'tomarme un tiempo hasta encontrar algún modo de renovar el enfoque de mis ideas o al menos nuevas formas en mi línea gráfica'. El argentino Joaquín Salvador Lavado Quino anunció ayer en Viva, la revista dominical del diario Clarín donde publicaba sus historietas, que para evitar repetirse dejará de dibujar, pero pidió al público que no lo tome 'como una despedida sino como una ausencia temporal'.
El creador de Mafalda y otros entrañables personajes utilizó las páginas que suele destinar a sus dibujos en Viva, para escribir una carta a sus 'queridos lectoras y lectores'.
'Como ya saben, desde hace un par de años esta querida revista viene republicando páginas mías, algunas dibujadas hace mucho tiempo, otras no tanto', escribió en el manuscrito Quino, nacido hace 76 años en la ciudad de Mendoza.
'Resultó interesante volver a verlas por la asombrosa actualidad que presentaban muchas de ellas -agregó-, lo que prueba que tantos problemas que hoy nos agobian vienen repitiéndose gracias al talento que pone la sociedad en reciclar sus errores'.
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20 de abril de 2009

Incapaces de escuchar - Columnistas - Perfil.com

"delito, violencia y regreso del “que se vayan todos”

Incapaces de escuchar
El horror en los tiempos de cólera encendió las alarmas sociales. Los vecinos enardecidos de Valentín Alsina intentaron linchar a dos funcionarios del Estado que llegaron con la intención de ayudar a los familiares de la víctima de un asesinato brutal. Y a cambio recibieron una paliza que de milagro no terminó con la muerte de quienes en medio del drama encarnaban la ley y la autoridad.

Por Alfredo Leuco | 17.04.2009 | 23:39

El horror en los tiempos de cólera encendió las alarmas sociales. Los vecinos enardecidos de Valentín Alsina intentaron linchar a dos funcionarios del Estado que llegaron con la intención de ayudar a los familiares de la víctima de un asesinato brutal. Y a cambio recibieron una paliza que de milagro no terminó con la muerte de quienes en medio del drama encarnaban la ley y la autoridad. Se agredió, además, a un par de policías y se dañaron patrulleros. Quien quiera oír que oiga. Ciudadanos comunes y silvestres, no encuadrados partidariamente, cantaron: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, como en el momento de mayor descomposición de 2001. En forma espontánea se estructuró un pequeño tsunami de repudio social que con el correr de las horas se fue transformando en movilización popular. “Que se vayan todos” es la utópica consigna que grandes grupos utilizaron en su momento y utilizan ahora para decir algo más profundo: que la agenda del Gobierno y de casi toda la dirigencia política va por un lado y las preocupaciones y necesidades de la sociedad van por otro. Forzar las normas y jugar al límite del reglamento como hacen los Kirchner produce una lenta pero inexorable erosión institucional que agiganta el abismo que existe entre los ciudadanos de a pie y los gobernantes. No es gratis en términos de credibilidad apostar al vale todo. Se instala una sospecha muy grande que iguala a todos para abajo y esa señal se disemina por toda la pirámide social.
Cada que vez aparecía un micrófono, los protagonistas se dirigían agresivamente hacia la presidenta Cristina Kirchner, al gobernador Daniel Scioli y al intendente de Lanús, Darío Díaz Perez, con reclamos contra la impunidad de los criminales y la inimputabilidad de los menores. Algún familiar no se conformó ni con la pena de muerte y pidió que al asesino de Daniel Capristo lo cortaran en pedacitos y lo mutilaran. Facundo, el hijo de la víctima, se preguntó ante la concurrencia qué debería pasar para que cambien las leyes y se contestó: “Que maten a algún famoso, como el hijo de la Presidenta”. Un cartel casero de cartulina y marcador decía lo que muchos decían: “Cristina, vos dormís trankila (SIC) porque tenés custodia que te paga el pueblo”. Apareció todo el repertorio de frases instaladas para estas circunstancias terribles, del estilo: “Entran por una puerta y salen por la otra”. Pero hay una frase que es especialmente lacerante para todos los que pelearon para recuperar la democracia de las garras de la dictadura: “¿Para quién son los derechos humanos? Para los delincuentes”. Este concepto merece en sí mismo un análisis más profundo, porque admite múltiples aproximaciones pero todas con consecuencias nefastas.
Una vertiente que contribuyó a consolidar esa idea en el presunto lenguaje de sentido común proviene de aquellos nostálgicos del terrorismo de Estado que siguen la guerra como continuación de la política por otros medios.
Estos grupos reaccionarios con ánimos de venganza no tienen la masividad ni la potencia suficiente para lograr estos resultados por sí mismos. Necesitan cierta predisposición de un sector de la opinión pública a comprar ese pensamiento y adoptarlo como propio.
Ese terreno fértil para el autoritarismo evidentemente existe y reconocerlo debería ser el primer paso para tratar de extirpar sus motivaciones. Tal vez haya que buscar algunas razones en la mezcla de sobreactuación que hizo el matrimonio Kirchner al proclamarse hijos de las Madres de Plaza de Mayo con la ausencia absoluta de la palabra inseguridad durante los cuatro años del primer gobierno de Néstor. No es la primera vez que se dice que Néstor Kirchner, como la mayoría de los seres humanos, alardea de lo que carece. No movió un dedo por el tema de los derechos humanos cuando las papas quemaban y ahora quiere pagar sus culpas inventándose a sí mismo como un gran luchador. Con la inseguridad, que es la preocupación social más importante que existe según todas las encuestas, ocurrió algo similar: no dijeron ni hicieron nada y ahora quieren ponerse a la cabeza de todo. Primero, el matrimonio copresidencial apostó a su torpeza negacionista preferida: lo que no se publica ni se nombra, no existe. Hay que hacer un trabajo de arqueología para encontrar alguna referencia al drama de la inseguridad en los discursos y en las acciones concretas de los Kirchner. En los últimos tiempos, la realidad los llevó por delante y los obligó a cambiar ese comportamiento. Primero tímidamente, Cristina habló del tema poniendo el eje en que con trabajo, educación y justicia social se combate la inseguridad. Algo absolutamente obvio desde lo estratégico. La incógnita es qué hacer ahora, en el mientras tanto. Después comenzaron algunos anuncios de compras de patrulleros, chalecos antibalas y otros pertrechos. Y en los últimos tiempos tanto Cristina como Néstor empezaron a sacarse las culpas de encima y ponerlas afuera. Los chivos expiatorios que encontraron fueron los jueces y los legisladores. Cristina sorprendió en su momento con eso de que “los policías detienen y detienen y los jueces liberan y liberan”, y Néstor cada vez que pudo les reclamó a los jueces y fiscales que se pusieran los pantalones largos. El jueves, en el acto de San Miguel, el nivel de hipocresía de Néstor Kirchner superó todos los límites. Dijo que el Congreso de la Nación es el que debe aprobar una ley penal del menor. Lo pasó como una factura a los legisladores. Pero todo el mundo sabe que en el Parlamento hay varios proyectos buenos que fueron cajoneados eternamente por la falta de interés de los Kirchner en tratarlos. Y está varias veces probado que, hasta ahora, cada vez que el Poder Ejecutivo dio la orden de sacar una ley, el kirchnerismo hizo pesar el número y cumplió a rajatabla con lo pedido.
En ese mismo discurso, el jefe de la jefa del Estado volvió a apuntarle a la Justicia. Dijo que no se explicaba cómo estaba libre el asesino de Daniel Capristo con los antecedentes violentos que tenía. Y les pidió a los jueces que procedan como se debe, porque “el que mata debe ser condenado, tenga la edad que tenga”. Muchas veces Kirchner no tiene conciencia de lo que pueden despertar las palabras de alguien que está en la cima del poder. Se maneja con mucha irresponsabilidad al disparar contra la Justicia apenas horas después de que los vecinos de Valentín Alsina, convertidos en turba, casi matan con sus propias manos a un fiscal y al secretario de Seguridad. Kirchner no debe echar más leña al fuego como acostumbra. Sería terrible que esa forma de lavarse las manos acusando a la Justicia terminara incitando a familiares angustiados y fuera de sí a que cometan alguna locura criminal.
“Negación y verticalismo” podría ser el nombre chicanero de una línea interna integrada por el matrimonio Kirchner. La forma en la que desautorizaron a sus senadores con un llamado telefónico desde el dormitorio de la Quinta de Olivos fue un papelón que no merecían sus fieles soldados.
Convirtieron a Miguel Angel Pichetto en un experto en tragar sapos y en defender lo indefendible. El dengue es un drama que hay que combatir con los mejores instrumentos legales y sanitarios. No es algo que deba ocultarse. Todo lo contrario, la información hasta la saturación es la principal arma que tiene el Estado en esa batalla.
Estos comportamientos autodestructivos y mandones son los que hacen que muchos dirigentes o sectores vayan tomando cada vez más distancia de los Kirchner. La Unión Industrial, con su cambio de autoridad, es un ejemplo. Y el caso más rimbombante fue, sin dudas, el de Santiago Montoya, quien expresó lo que Daniel Scioli siente y a veces comenta en la intimidad: “Los Kirchner han perdido parte de la capacidad de escuchar a la sociedad, a los líderes opositores y a los distintos sectores sociales y productivos del pais”. Este diagnóstico es acertado, pero nada novedoso. Es el reclamo básico que les hacen casi todos los que huyen del barco kirchnerista. Y la respuesta, en lugar de fomentar una mínima corrección o alguna autocrítica, es siempre la misma: ninguneo y revanchismo. Montoya no es un francotirador que andaba repartiendo declaraciones críticas de su propio gobierno. Era un funcionario honesto y eficiente que por su tarea caminó las calles y que por futbolero hincha de Belgrano suele percibir los humores sociales, porque en la cancha no hay vidrios polarizados ni entornos que pasteuricen las críticas. Después de lo que Montoya dijo y de su renuncia de ayer, es un gran candidato a enemigo de los Kirchner. Daniel Scioli entregó su cabeza por presión, pero si finalmente se convierte en el conductor del peronismo volverá a llamarlo a colaborar con él.
La semana pasada comentamos en detalle que si Daniel Scioli encabeza la lista de diputados y gana con amplitud sin Néstor Kirchner en las listas, automáticamente se convierte en la gran esperanza blanca de los caudillos del peronismo bonaerense que se van a encolumnar tras su figura aun riesgo de romper con Néstor Kirchner, como hizo Montoya.
Los problemas que Kirchner tiene para las próximas elecciones son de la misma magnitud que los de la oposición. La diferencia es que el santacruceño tiene que atajar los penales en la curva descendente y la oposición tiene crisis de crecimiento. Por eso hay tanta confusión en las candidaturas. Por culpa de su alianza con Aldo Rico, entre otras contradicciones, Kirchner perdió a referentes de sectores de izquierda como Jorge Ceballos, Humberto Tumini, Martín Sabbatella o Miguel Bonasso. Sin embargo, temblaba ante la posibilidad de que la cara pintada de Rico o la cara bonita de su hija María del Carmen apareciera en alguna foto con él. Movió cielo y tierra para que no fueran al acto en el distrito en el que Rico es presidente del Partido Justicialista. Néstor no quiere la foto pero Carlos Kunkel sigue su acuerdo con Rico porque quieren sus votos que, según parece, son muchos en San Miguel. ¿Cuál es el mensaje ideológico? ¿Quién puede entender dos intenciones claramente antagónicas? ¿Qué le produce más costos?
Preguntas muy similares se hacen los principales líderes opositores. La democracia de candidatos o los partidos casi unipersonales son una complicación extra a la hora de ofrecerse a la sociedad como superación del kirchnerismo. Elisa Carrió todavía no pudo salir del todo del laberinto en el que la metió la casi segura candidatura de Gabriela Michetti. Por un lado se arriesga a perder en su distrito fundacional y, por el otro, si no compite desde la primera línea corre el peligro de que radicales y cobistas vayan en otras listas. Rodolfo Terragno, por ejemplo, con su prestigio intelectual podría ser segundo en la lista detrás de Carrió. Pero jamás detrás de Alfonso Prat Gay, que no convoca multitudes.
Todo esto ocurre por la ausencia de partidos políticos modernos que funcionen con eficiencia y preparen cuadros cada vez más sólidos. No hay vida democrática ni meritocracia en las actuales agrupaciones. Esa es una asignatura pendiente del sistema. Porque de lo contrario pasa lo que sucede ahora. Los candidatos se eligen a dedo y por la arbitrariedad de la figura central. ¿Quién decidió que Prat Gay vaya como número uno? ¿Lilita y cuántos más? ¿Quién resolvió empujar a Michetti y hacerla pagar costos políticos por incumplir su contrato electoral? ¿Macri y cuántos más? A los Kirchner les pasa lo mismo. Tienen que repetir y hacer rotar a los mismos candidatos o inventar el esperpento de las candidaturas testimoniales porque no tienen militantes de lujo para ofrecer. Porque son desconfiados y no los dejan hacerse conocidos o porque quieren controlar hasta el último suspiro o porque mientras no haya partidos funcionando siempre estará revuelto el río que produce la ganancia de pescadores caudillos como Kirchner o carismáticos como Carrió.
En el peronismo PRO disidente las cosas tampoco funcionan con la fluidez necesaria a 75 días de las elecciones. Todavía no encontraron la forma organizativa de salir de cierta lentitud paquidérmica a la hora de fijar opiniones y tomar posición, aunque el tema de las candidaturas está casi resuelto. Su principal problema es disimular entre sus filas el regreso de algunos muertos vivos que tienen un gran desprestigio social y que son piantavotos. Su principal solución parece ser la contratación de los servicios creativos y publicitarios de Ramiro Agulla, un distinto de la comunicación política. El spot de Francisco de Narváez donde habla de Casa Tía y de sus hijos es una pieza para analizar por su clima simple y profundo.
Termina diciendo que hay alguien nuevo en la política. Y aparecen tres letras blancas sobre toda la pantalla negra: vos.
Felipe Solá está entusiasmado con algunas consignas que estuvo peloteando con Agulla. Una dice: se quedó cuando todos se querían ir –y van imágenes de 2001–. Y la siguiente dice: se fue cuando todos se querían quedar –y aparece Carlos Kunkel insultando en Diputados a Solá–.
Siempre hay que tener en cuenta que la propaganda, como decía David Ratto, “hace conocer más rápido a un producto, pero si el producto es malo lo que se hace conocer más rápido es que ese producto es malo”. En política, la información y la comunicación son ciencias auxiliares.
El corazón de un proyecto es su contenido y no su contiente. Son las verdades que un candidato proclama, la sintonía que logra con los humores y demandas ciudadanas, la capacidad de expresar ideas y soluciones concretas y la credibilidad que muestra su trayectoria.
Todos los políticos deberían saberlo. Y nadie debería olvidar lo que pasó en Valentín Alsina. El horror y las alarmas sociales. Los fantasmas de 2001 metieron la cola como el diablo.
A los que miren para otro lado, que Dios y la Patria se lo demanden"
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"delito, violencia y regreso del “que se vayan todos”

Incapaces de escuchar
El horror en los tiempos de cólera encendió las alarmas sociales. Los vecinos enardecidos de Valentín Alsina intentaron linchar a dos funcionarios del Estado que llegaron con la intención de ayudar a los familiares de la víctima de un asesinato brutal. Y a cambio recibieron una paliza que de milagro no terminó con la muerte de quienes en medio del drama encarnaban la ley y la autoridad.

Por Alfredo Leuco | 17.04.2009 | 23:39

El horror en los tiempos de cólera encendió las alarmas sociales. Los vecinos enardecidos de Valentín Alsina intentaron linchar a dos funcionarios del Estado que llegaron con la intención de ayudar a los familiares de la víctima de un asesinato brutal. Y a cambio recibieron una paliza que de milagro no terminó con la muerte de quienes en medio del drama encarnaban la ley y la autoridad. Se agredió, además, a un par de policías y se dañaron patrulleros. Quien quiera oír que oiga. Ciudadanos comunes y silvestres, no encuadrados partidariamente, cantaron: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, como en el momento de mayor descomposición de 2001. En forma espontánea se estructuró un pequeño tsunami de repudio social que con el correr de las horas se fue transformando en movilización popular. “Que se vayan todos” es la utópica consigna que grandes grupos utilizaron en su momento y utilizan ahora para decir algo más profundo: que la agenda del Gobierno y de casi toda la dirigencia política va por un lado y las preocupaciones y necesidades de la sociedad van por otro. Forzar las normas y jugar al límite del reglamento como hacen los Kirchner produce una lenta pero inexorable erosión institucional que agiganta el abismo que existe entre los ciudadanos de a pie y los gobernantes. No es gratis en términos de credibilidad apostar al vale todo. Se instala una sospecha muy grande que iguala a todos para abajo y esa señal se disemina por toda la pirámide social.
Cada que vez aparecía un micrófono, los protagonistas se dirigían agresivamente hacia la presidenta Cristina Kirchner, al gobernador Daniel Scioli y al intendente de Lanús, Darío Díaz Perez, con reclamos contra la impunidad de los criminales y la inimputabilidad de los menores. Algún familiar no se conformó ni con la pena de muerte y pidió que al asesino de Daniel Capristo lo cortaran en pedacitos y lo mutilaran. Facundo, el hijo de la víctima, se preguntó ante la concurrencia qué debería pasar para que cambien las leyes y se contestó: “Que maten a algún famoso, como el hijo de la Presidenta”. Un cartel casero de cartulina y marcador decía lo que muchos decían: “Cristina, vos dormís trankila (SIC) porque tenés custodia que te paga el pueblo”. Apareció todo el repertorio de frases instaladas para estas circunstancias terribles, del estilo: “Entran por una puerta y salen por la otra”. Pero hay una frase que es especialmente lacerante para todos los que pelearon para recuperar la democracia de las garras de la dictadura: “¿Para quién son los derechos humanos? Para los delincuentes”. Este concepto merece en sí mismo un análisis más profundo, porque admite múltiples aproximaciones pero todas con consecuencias nefastas.
Una vertiente que contribuyó a consolidar esa idea en el presunto lenguaje de sentido común proviene de aquellos nostálgicos del terrorismo de Estado que siguen la guerra como continuación de la política por otros medios.
Estos grupos reaccionarios con ánimos de venganza no tienen la masividad ni la potencia suficiente para lograr estos resultados por sí mismos. Necesitan cierta predisposición de un sector de la opinión pública a comprar ese pensamiento y adoptarlo como propio.
Ese terreno fértil para el autoritarismo evidentemente existe y reconocerlo debería ser el primer paso para tratar de extirpar sus motivaciones. Tal vez haya que buscar algunas razones en la mezcla de sobreactuación que hizo el matrimonio Kirchner al proclamarse hijos de las Madres de Plaza de Mayo con la ausencia absoluta de la palabra inseguridad durante los cuatro años del primer gobierno de Néstor. No es la primera vez que se dice que Néstor Kirchner, como la mayoría de los seres humanos, alardea de lo que carece. No movió un dedo por el tema de los derechos humanos cuando las papas quemaban y ahora quiere pagar sus culpas inventándose a sí mismo como un gran luchador. Con la inseguridad, que es la preocupación social más importante que existe según todas las encuestas, ocurrió algo similar: no dijeron ni hicieron nada y ahora quieren ponerse a la cabeza de todo. Primero, el matrimonio copresidencial apostó a su torpeza negacionista preferida: lo que no se publica ni se nombra, no existe. Hay que hacer un trabajo de arqueología para encontrar alguna referencia al drama de la inseguridad en los discursos y en las acciones concretas de los Kirchner. En los últimos tiempos, la realidad los llevó por delante y los obligó a cambiar ese comportamiento. Primero tímidamente, Cristina habló del tema poniendo el eje en que con trabajo, educación y justicia social se combate la inseguridad. Algo absolutamente obvio desde lo estratégico. La incógnita es qué hacer ahora, en el mientras tanto. Después comenzaron algunos anuncios de compras de patrulleros, chalecos antibalas y otros pertrechos. Y en los últimos tiempos tanto Cristina como Néstor empezaron a sacarse las culpas de encima y ponerlas afuera. Los chivos expiatorios que encontraron fueron los jueces y los legisladores. Cristina sorprendió en su momento con eso de que “los policías detienen y detienen y los jueces liberan y liberan”, y Néstor cada vez que pudo les reclamó a los jueces y fiscales que se pusieran los pantalones largos. El jueves, en el acto de San Miguel, el nivel de hipocresía de Néstor Kirchner superó todos los límites. Dijo que el Congreso de la Nación es el que debe aprobar una ley penal del menor. Lo pasó como una factura a los legisladores. Pero todo el mundo sabe que en el Parlamento hay varios proyectos buenos que fueron cajoneados eternamente por la falta de interés de los Kirchner en tratarlos. Y está varias veces probado que, hasta ahora, cada vez que el Poder Ejecutivo dio la orden de sacar una ley, el kirchnerismo hizo pesar el número y cumplió a rajatabla con lo pedido.
En ese mismo discurso, el jefe de la jefa del Estado volvió a apuntarle a la Justicia. Dijo que no se explicaba cómo estaba libre el asesino de Daniel Capristo con los antecedentes violentos que tenía. Y les pidió a los jueces que procedan como se debe, porque “el que mata debe ser condenado, tenga la edad que tenga”. Muchas veces Kirchner no tiene conciencia de lo que pueden despertar las palabras de alguien que está en la cima del poder. Se maneja con mucha irresponsabilidad al disparar contra la Justicia apenas horas después de que los vecinos de Valentín Alsina, convertidos en turba, casi matan con sus propias manos a un fiscal y al secretario de Seguridad. Kirchner no debe echar más leña al fuego como acostumbra. Sería terrible que esa forma de lavarse las manos acusando a la Justicia terminara incitando a familiares angustiados y fuera de sí a que cometan alguna locura criminal.
“Negación y verticalismo” podría ser el nombre chicanero de una línea interna integrada por el matrimonio Kirchner. La forma en la que desautorizaron a sus senadores con un llamado telefónico desde el dormitorio de la Quinta de Olivos fue un papelón que no merecían sus fieles soldados.
Convirtieron a Miguel Angel Pichetto en un experto en tragar sapos y en defender lo indefendible. El dengue es un drama que hay que combatir con los mejores instrumentos legales y sanitarios. No es algo que deba ocultarse. Todo lo contrario, la información hasta la saturación es la principal arma que tiene el Estado en esa batalla.
Estos comportamientos autodestructivos y mandones son los que hacen que muchos dirigentes o sectores vayan tomando cada vez más distancia de los Kirchner. La Unión Industrial, con su cambio de autoridad, es un ejemplo. Y el caso más rimbombante fue, sin dudas, el de Santiago Montoya, quien expresó lo que Daniel Scioli siente y a veces comenta en la intimidad: “Los Kirchner han perdido parte de la capacidad de escuchar a la sociedad, a los líderes opositores y a los distintos sectores sociales y productivos del pais”. Este diagnóstico es acertado, pero nada novedoso. Es el reclamo básico que les hacen casi todos los que huyen del barco kirchnerista. Y la respuesta, en lugar de fomentar una mínima corrección o alguna autocrítica, es siempre la misma: ninguneo y revanchismo. Montoya no es un francotirador que andaba repartiendo declaraciones críticas de su propio gobierno. Era un funcionario honesto y eficiente que por su tarea caminó las calles y que por futbolero hincha de Belgrano suele percibir los humores sociales, porque en la cancha no hay vidrios polarizados ni entornos que pasteuricen las críticas. Después de lo que Montoya dijo y de su renuncia de ayer, es un gran candidato a enemigo de los Kirchner. Daniel Scioli entregó su cabeza por presión, pero si finalmente se convierte en el conductor del peronismo volverá a llamarlo a colaborar con él.
La semana pasada comentamos en detalle que si Daniel Scioli encabeza la lista de diputados y gana con amplitud sin Néstor Kirchner en las listas, automáticamente se convierte en la gran esperanza blanca de los caudillos del peronismo bonaerense que se van a encolumnar tras su figura aun riesgo de romper con Néstor Kirchner, como hizo Montoya.
Los problemas que Kirchner tiene para las próximas elecciones son de la misma magnitud que los de la oposición. La diferencia es que el santacruceño tiene que atajar los penales en la curva descendente y la oposición tiene crisis de crecimiento. Por eso hay tanta confusión en las candidaturas. Por culpa de su alianza con Aldo Rico, entre otras contradicciones, Kirchner perdió a referentes de sectores de izquierda como Jorge Ceballos, Humberto Tumini, Martín Sabbatella o Miguel Bonasso. Sin embargo, temblaba ante la posibilidad de que la cara pintada de Rico o la cara bonita de su hija María del Carmen apareciera en alguna foto con él. Movió cielo y tierra para que no fueran al acto en el distrito en el que Rico es presidente del Partido Justicialista. Néstor no quiere la foto pero Carlos Kunkel sigue su acuerdo con Rico porque quieren sus votos que, según parece, son muchos en San Miguel. ¿Cuál es el mensaje ideológico? ¿Quién puede entender dos intenciones claramente antagónicas? ¿Qué le produce más costos?
Preguntas muy similares se hacen los principales líderes opositores. La democracia de candidatos o los partidos casi unipersonales son una complicación extra a la hora de ofrecerse a la sociedad como superación del kirchnerismo. Elisa Carrió todavía no pudo salir del todo del laberinto en el que la metió la casi segura candidatura de Gabriela Michetti. Por un lado se arriesga a perder en su distrito fundacional y, por el otro, si no compite desde la primera línea corre el peligro de que radicales y cobistas vayan en otras listas. Rodolfo Terragno, por ejemplo, con su prestigio intelectual podría ser segundo en la lista detrás de Carrió. Pero jamás detrás de Alfonso Prat Gay, que no convoca multitudes.
Todo esto ocurre por la ausencia de partidos políticos modernos que funcionen con eficiencia y preparen cuadros cada vez más sólidos. No hay vida democrática ni meritocracia en las actuales agrupaciones. Esa es una asignatura pendiente del sistema. Porque de lo contrario pasa lo que sucede ahora. Los candidatos se eligen a dedo y por la arbitrariedad de la figura central. ¿Quién decidió que Prat Gay vaya como número uno? ¿Lilita y cuántos más? ¿Quién resolvió empujar a Michetti y hacerla pagar costos políticos por incumplir su contrato electoral? ¿Macri y cuántos más? A los Kirchner les pasa lo mismo. Tienen que repetir y hacer rotar a los mismos candidatos o inventar el esperpento de las candidaturas testimoniales porque no tienen militantes de lujo para ofrecer. Porque son desconfiados y no los dejan hacerse conocidos o porque quieren controlar hasta el último suspiro o porque mientras no haya partidos funcionando siempre estará revuelto el río que produce la ganancia de pescadores caudillos como Kirchner o carismáticos como Carrió.
En el peronismo PRO disidente las cosas tampoco funcionan con la fluidez necesaria a 75 días de las elecciones. Todavía no encontraron la forma organizativa de salir de cierta lentitud paquidérmica a la hora de fijar opiniones y tomar posición, aunque el tema de las candidaturas está casi resuelto. Su principal problema es disimular entre sus filas el regreso de algunos muertos vivos que tienen un gran desprestigio social y que son piantavotos. Su principal solución parece ser la contratación de los servicios creativos y publicitarios de Ramiro Agulla, un distinto de la comunicación política. El spot de Francisco de Narváez donde habla de Casa Tía y de sus hijos es una pieza para analizar por su clima simple y profundo.
Termina diciendo que hay alguien nuevo en la política. Y aparecen tres letras blancas sobre toda la pantalla negra: vos.
Felipe Solá está entusiasmado con algunas consignas que estuvo peloteando con Agulla. Una dice: se quedó cuando todos se querían ir –y van imágenes de 2001–. Y la siguiente dice: se fue cuando todos se querían quedar –y aparece Carlos Kunkel insultando en Diputados a Solá–.
Siempre hay que tener en cuenta que la propaganda, como decía David Ratto, “hace conocer más rápido a un producto, pero si el producto es malo lo que se hace conocer más rápido es que ese producto es malo”. En política, la información y la comunicación son ciencias auxiliares.
El corazón de un proyecto es su contenido y no su contiente. Son las verdades que un candidato proclama, la sintonía que logra con los humores y demandas ciudadanas, la capacidad de expresar ideas y soluciones concretas y la credibilidad que muestra su trayectoria.
Todos los políticos deberían saberlo. Y nadie debería olvidar lo que pasó en Valentín Alsina. El horror y las alarmas sociales. Los fantasmas de 2001 metieron la cola como el diablo.
A los que miren para otro lado, que Dios y la Patria se lo demanden"
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19 de abril de 2009

CARTA DEL JO.R.A. EN MEMORIA AL DR. RAÚL ALFONSÍN

CARTA DEL JO.R.A. EN MEMORIA AL DR. RAÚL ALFONSÍN:

CARTA DEL JO.R.A. EN MEMORIA AL DR. RAÚL ALFONSÍN

3 April, 2009, 8:29 pm

Dijo Quino: “Alfonsín fue ese que nos demostró que todo lo que nos enseñan en la escuela, puede ser verdad”; y en esa síntesis casi insuperable, resumía lo que significó el aporte durante toda una vida de un hombre común, de un simple abogado oriundo de Chascomús, a generaciones enteras de mujeres y hombres de la patria.

Quizás sea esa la forma de transmitirle a los jóvenes el verdadero significado de los valores de la democracia: brindar el ejemplo de un incansable luchador, de un defensor a ultranza de la vigencia de los derechos humanos en nuestro país, aún en la etapa más negra de nuestra historia. Y más aún, luchó cuando todavía no asumía la gran responsabilidad de ser el Presidente restaurador de la democracia.

Su legado reside en la enseñanza a todo un pueblo de que a través del diálogo y el consenso es alcanzable el sendero de la paz y la unión nacional. Porque fue él quién condenó a los culpables del terrorismo de Estado en nuestro país; y no reparó en asumir costos políticos con tal de resguardar las instituciones de la República, con tal de evitar que se derrame sangre en la Argentina, y con tal de asegurar la continuidad de nuestra joven democracia.

Gracias a Alfonsín, los jóvenes que día a día ejercitamos la maravillosa práctica de la militancia, creemos que la honestidad, la humildad, y la ética, son herramientas necesarias en la política. Porque hoy la ciudadanía lo demanda, y reconoce esas virtudes en un ex presidente que caló hondo en los corazones de los argentinos.

Resignó la tranquilidad de una vida dedicada a su profesión y a su familia por perseguir un sueño, al cuál le entregó su vida entera. Como él solía decir, el objetivo de toda su vida fue que los hombres y mujeres que habitan este suelo puedan vivir, amar, trabajar y morir en democracia. Y vaya que lo logró.

Como jóvenes militantes de la Unión Cívica Radical, sentimos un profundo pesar por la pérdida física del Dr. Alfonsín; pero sentimos una gran satisfacción al saber que su lucha en nuestro partido no fue en vano. Que las innumerables muestras de afecto recibidas en su despedida no hacen más que dejar en evidencia el sentimiento de un pueblo al que supo conquistar.

Fue sin lugar a dudas un líder; un estadista que será recordado con los más altos honores de la historia Argentina, y un militante del que los radicales nos podemos enorgullecer; pero fue ante todo, una persona que habitará siempre en el recuerdo de generaciones, por su calidez, su sencillez y su bondad.

No es nuestra intención redundar en explicar de quién fue Raúl Ricardo Alfonsín. Su nombre es conocido como el de “Padre de la Democracia”. Él predicó que sigamos ideas, y no a hombres, porque las ideas perduran en el tiempo. Pero este hombre, persistirá en la memoria en pueblo que le estará por siempre agradecido. Porque con su muerte se va la persona, pero nace la leyenda.

Por eso, querido Raúl, simplemente nos queda decirte: Gracias!. Por 25 años, y por democracia PARA SIEMPRE."
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CARTA DEL JO.R.A. EN MEMORIA AL DR. RAÚL ALFONSÍN

CARTA DEL JO.R.A. EN MEMORIA AL DR. RAÚL ALFONSÍN:

CARTA DEL JO.R.A. EN MEMORIA AL DR. RAÚL ALFONSÍN

3 April, 2009, 8:29 pm

Dijo Quino: “Alfonsín fue ese que nos demostró que todo lo que nos enseñan en la escuela, puede ser verdad”; y en esa síntesis casi insuperable, resumía lo que significó el aporte durante toda una vida de un hombre común, de un simple abogado oriundo de Chascomús, a generaciones enteras de mujeres y hombres de la patria.

Quizás sea esa la forma de transmitirle a los jóvenes el verdadero significado de los valores de la democracia: brindar el ejemplo de un incansable luchador, de un defensor a ultranza de la vigencia de los derechos humanos en nuestro país, aún en la etapa más negra de nuestra historia. Y más aún, luchó cuando todavía no asumía la gran responsabilidad de ser el Presidente restaurador de la democracia.

Su legado reside en la enseñanza a todo un pueblo de que a través del diálogo y el consenso es alcanzable el sendero de la paz y la unión nacional. Porque fue él quién condenó a los culpables del terrorismo de Estado en nuestro país; y no reparó en asumir costos políticos con tal de resguardar las instituciones de la República, con tal de evitar que se derrame sangre en la Argentina, y con tal de asegurar la continuidad de nuestra joven democracia.

Gracias a Alfonsín, los jóvenes que día a día ejercitamos la maravillosa práctica de la militancia, creemos que la honestidad, la humildad, y la ética, son herramientas necesarias en la política. Porque hoy la ciudadanía lo demanda, y reconoce esas virtudes en un ex presidente que caló hondo en los corazones de los argentinos.

Resignó la tranquilidad de una vida dedicada a su profesión y a su familia por perseguir un sueño, al cuál le entregó su vida entera. Como él solía decir, el objetivo de toda su vida fue que los hombres y mujeres que habitan este suelo puedan vivir, amar, trabajar y morir en democracia. Y vaya que lo logró.

Como jóvenes militantes de la Unión Cívica Radical, sentimos un profundo pesar por la pérdida física del Dr. Alfonsín; pero sentimos una gran satisfacción al saber que su lucha en nuestro partido no fue en vano. Que las innumerables muestras de afecto recibidas en su despedida no hacen más que dejar en evidencia el sentimiento de un pueblo al que supo conquistar.

Fue sin lugar a dudas un líder; un estadista que será recordado con los más altos honores de la historia Argentina, y un militante del que los radicales nos podemos enorgullecer; pero fue ante todo, una persona que habitará siempre en el recuerdo de generaciones, por su calidez, su sencillez y su bondad.

No es nuestra intención redundar en explicar de quién fue Raúl Ricardo Alfonsín. Su nombre es conocido como el de “Padre de la Democracia”. Él predicó que sigamos ideas, y no a hombres, porque las ideas perduran en el tiempo. Pero este hombre, persistirá en la memoria en pueblo que le estará por siempre agradecido. Porque con su muerte se va la persona, pero nace la leyenda.

Por eso, querido Raúl, simplemente nos queda decirte: Gracias!. Por 25 años, y por democracia PARA SIEMPRE."
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El día en que se abrieron las puertas de la historia

El día en que se abrieron las puertas de la historia - lanacion.com:

El día en que se abrieron las puertas de la historia
Por Mariano Grondona

Domingo 5 de abril de 2009 | Publicado en edición impresa

En los últimos setenta y seis años los argentinos hemos asistido a cuatro grandes funerales. El 3 de julio de 1933 murió Hipólito Yrigoyen. El 26 julio de 1952 falleció Eva Perón. El primero de julio de 1974 murió Juan Domingo Perón. El martes último, 31 de marzo, nos dejó Raúl Alfonsín.

Los cuatro entierros dieron lugar a masivas manifestaciones populares. Este es su rasgo común. Pero también tuvieron rasgos distintivos. Eva Perón fue la única mujer entre esos cuatro líderes a los que el pueblo despidió con un afecto sin par. También fue la única que nunca llegó a la Presidencia. Tanto a Evita como al general Perón se los despidió desde el poder. Yrigoyen y Alfonsín murieron cuando ya habían vuelto al llano. Si Perón y Evita continúan siendo los símbolos supremos del peronismo, Alfonsín se acaba de sumar a Yrigoyen y a Balbín como uno de los símbolos supremos del radicalismo.

Entre 1933 y 2009, las circunstancias fueron cambiando. Cada entierro tuvo, de este modo, su propio contexto. Al morir, Yrigoyen se había convertido en el máximo representante de la oposición radical a la década de los conservadores que recién comenzaba. Evita murió, por su parte, en medio del feroz antagonismo entre el peronismo y el antiperonismo, y por eso no debe extrañarnos que, además de la inmensa movilización popular que suscitó, su entierro también fuera acompañado por la presión estatal para que asistieran los empleados públicos aunque fueran opositores y los colegiales aunque aún no hubieran llegado a la edad de la razón.

Habiéndose producido después de la reconciliación entre los argentinos que protagonizó con Ricardo Balbín, la muerte de Perón provocó, en cambio, una inmensa manifestación espontánea de la que participaron tanto los peronistas como los antiperonistas. Frente a la tumba de Perón, Balbín, su 'viejo adversario', despidió al 'amigo', creando la esperanza de la unión nacional que se ocuparía de frustrar, casi al mismo tiempo, la sangrienta discordia de los años setenta entre los Montoneros y los militares. En la accidentada historia de los encuentros y los desencuentros entre los argentinos, ¿qué lugar ocupa, a la hora de su muerte, el ex presidente Alfonsín?
Una jornada particular

El tiempo cronológico es uniforme. El tiempo de cada persona y de cada pueblo, por lo contrario, es irregular. Esto lo advirtió el filósofo Henri Bergson cuando opuso al tiempo mecánico de los relojes ese otro trémulo tiempo al que llamó la durée, la 'duración' o, con otras palabras, la experiencia vital. Pero hay dos clases de 'duraciones'. Una de ellas, la más común, se impone en el transcurso de casi toda nuestra vida. Es la duración 'cotidiana'. La otra, volcánica, nos sorprende sólo de cuando en cuando, poniéndonos en contacto, excepcionalmente, con los repliegues profundos de la historia.

En medio de esta duración histórica, nos marcan a fuego los grandes acontecimientos, las grandes definiciones que conmueven a una persona o a un pueblo para siempre o, mejor dicho, hasta que los sorprenda otra hora excepcional. Mientras las aguas de lo cotidiano discurren sin aparente novedad, son esos grandes estallidos los que determinan el entrecortado argumento de la historia. Así como dividimos entonces los ciclos históricos entre un 'antes de' y un 'después de' aquellos grandes acontecimientos como, para tomar un encumbrado ejemplo, la venida de Cristo o, para tomar nuestros ejemplos nacionales, la Revolución de Mayo o el Acuerdo de San Nicolás y la sanción casi inmediata de la Constitución Nacional, también vivimos 'antes de' o 'después de' las grandes vidas y las grandes muertes y, entre éstas, los grandes entierros.

Para los argentinos de mi generación, los cuatros entierros que acabamos de mencionar son los mojones de nuestro propio itinerario. Cuando recién habíamos nacido, murió Yrigoyen. Cuando éramos jóvenes, murió Evita. Cuando éramos adultos, murió Perón. Y ahora que peinamos canas, acaba de morir Alfonsín.

Creo que en estos últimos días somos muchos los que hemos tenido la sensación de que nos visitaba la historia. Otro histórico, Antonio Cafiero, expresó este sentimiento general al decir que Alfonsín ya no les pertenece sólo a los radicales. ¿Pero qué quiso decirnos Alfonsín con su silencio final, qué quiso comunicarnos este orador incansable cuando, al fin, le tocó callar? ¿Cuál fue, en definitiva, su postrer mensaje?

Durante sus largas y emotivas exequias, muchos tuvimos esa sensación de que, en una jornada particular, nos convocaba la historia. Pero ahora la tarea ya no es de él sino nuestra. ¿Seremos capaces de traducir entonces al lenguaje de nuestra tensa vida en común ese último mensaje que Alfonsín encarnó sin pronunciar?
Ahora, la república

En 1983, justamente de la mano de Alfonsín, renació la democracia. Reimplantarla ha sido hasta ahora, sin embargo, una tarea inconclusa. En los 25 años que ella lleva de vigencia, la hemos comprometido y la hemos salvado varias veces. Pese a crisis como la que agobió al propio Alfonsín cuando renunció antes de tiempo a mediados de 1989 y como la aún más grave que acompañó a la renuncia de Fernando de la Rúa a fines de 2001, la democracia sigue con nosotros.

Pero la restauración de 1983 sigue inconclusa porque a lo que llamamos simplemente 'democracia' aún le falta su segundo elemento esencial, ese que llamamos 'república'. Lo que nos ha faltado hasta ahora es reimplantar 'totalmente' el régimen político de nuestra Constitución, que no es otro que la democracia republicana . Mientras la democracia consiste en que el pueblo tenga la última palabra, la república consiste en que el poder que surge de las elecciones admita por su parte características que aún brillan por su ausencia: la división de los poderes, para que coexistan plenamente al lado del Poder Ejecutivo el Poder Legislativo del Congreso y el Poder Judicial de tribunales celosamente independientes, sumándoseles los poderes locales verdaderamente autónomos que requiere por su parte el principio federal. Porque el poder, en las repúblicas, no se dice en singular sino en plural. Si en una Constitución como la nuestra los poderes que limitan y controlan al Poder Ejecutivo languidecen, podrá haber democracia pero no república, esto es, una 'democracia no republicana'.

La inmensa manifestación que acompañó a Alfonsín a su última morada lo hizo en respetuoso silencio. No se escucharon en ella gritos ni improperios. Su recatada actitud portaba, sin embargo, un mensaje elocuente: los argentinos no queremos solamente la democracia sino también la república. Este es el mensaje que el Poder Ejecutivo, si puso sus oídos contra el suelo, hubo de escuchar.

Si el Gobierno sigue pretendiendo como hasta ahora la suma del poder en singular, si sigue sin dialogar con quienes no piensan como él, habrá desoído el elocuente silencio de la ciudadanía en esta semana particular. Parafraseando al propio Alfonsín, el último mensaje de moderación, pluralismo y honestidad que nos legó podría reflejarse entonces en una de sus frases preferidas: 'Ahora, la república'.

El Gobierno está invitado, pues, a rectificar su interpretación autoritaria de la democracia. Ojalá lo intente él mismo porque, en caso contrario, la tarea urgente y esencial de completar la democracia republicana que aún nos debemos quedará a cargo, ya sea en 2009 o en 2011, del poskirchnerismo. Será sólo entonces, en tal caso, que la democracia reclamará la compañía de la república como una hermana que al fin encuentra a la querida hermana que se le había extraviado."
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El día en que se abrieron las puertas de la historia

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El día en que se abrieron las puertas de la historia
Por Mariano Grondona

Domingo 5 de abril de 2009 | Publicado en edición impresa

En los últimos setenta y seis años los argentinos hemos asistido a cuatro grandes funerales. El 3 de julio de 1933 murió Hipólito Yrigoyen. El 26 julio de 1952 falleció Eva Perón. El primero de julio de 1974 murió Juan Domingo Perón. El martes último, 31 de marzo, nos dejó Raúl Alfonsín.

Los cuatro entierros dieron lugar a masivas manifestaciones populares. Este es su rasgo común. Pero también tuvieron rasgos distintivos. Eva Perón fue la única mujer entre esos cuatro líderes a los que el pueblo despidió con un afecto sin par. También fue la única que nunca llegó a la Presidencia. Tanto a Evita como al general Perón se los despidió desde el poder. Yrigoyen y Alfonsín murieron cuando ya habían vuelto al llano. Si Perón y Evita continúan siendo los símbolos supremos del peronismo, Alfonsín se acaba de sumar a Yrigoyen y a Balbín como uno de los símbolos supremos del radicalismo.

Entre 1933 y 2009, las circunstancias fueron cambiando. Cada entierro tuvo, de este modo, su propio contexto. Al morir, Yrigoyen se había convertido en el máximo representante de la oposición radical a la década de los conservadores que recién comenzaba. Evita murió, por su parte, en medio del feroz antagonismo entre el peronismo y el antiperonismo, y por eso no debe extrañarnos que, además de la inmensa movilización popular que suscitó, su entierro también fuera acompañado por la presión estatal para que asistieran los empleados públicos aunque fueran opositores y los colegiales aunque aún no hubieran llegado a la edad de la razón.

Habiéndose producido después de la reconciliación entre los argentinos que protagonizó con Ricardo Balbín, la muerte de Perón provocó, en cambio, una inmensa manifestación espontánea de la que participaron tanto los peronistas como los antiperonistas. Frente a la tumba de Perón, Balbín, su 'viejo adversario', despidió al 'amigo', creando la esperanza de la unión nacional que se ocuparía de frustrar, casi al mismo tiempo, la sangrienta discordia de los años setenta entre los Montoneros y los militares. En la accidentada historia de los encuentros y los desencuentros entre los argentinos, ¿qué lugar ocupa, a la hora de su muerte, el ex presidente Alfonsín?
Una jornada particular

El tiempo cronológico es uniforme. El tiempo de cada persona y de cada pueblo, por lo contrario, es irregular. Esto lo advirtió el filósofo Henri Bergson cuando opuso al tiempo mecánico de los relojes ese otro trémulo tiempo al que llamó la durée, la 'duración' o, con otras palabras, la experiencia vital. Pero hay dos clases de 'duraciones'. Una de ellas, la más común, se impone en el transcurso de casi toda nuestra vida. Es la duración 'cotidiana'. La otra, volcánica, nos sorprende sólo de cuando en cuando, poniéndonos en contacto, excepcionalmente, con los repliegues profundos de la historia.

En medio de esta duración histórica, nos marcan a fuego los grandes acontecimientos, las grandes definiciones que conmueven a una persona o a un pueblo para siempre o, mejor dicho, hasta que los sorprenda otra hora excepcional. Mientras las aguas de lo cotidiano discurren sin aparente novedad, son esos grandes estallidos los que determinan el entrecortado argumento de la historia. Así como dividimos entonces los ciclos históricos entre un 'antes de' y un 'después de' aquellos grandes acontecimientos como, para tomar un encumbrado ejemplo, la venida de Cristo o, para tomar nuestros ejemplos nacionales, la Revolución de Mayo o el Acuerdo de San Nicolás y la sanción casi inmediata de la Constitución Nacional, también vivimos 'antes de' o 'después de' las grandes vidas y las grandes muertes y, entre éstas, los grandes entierros.

Para los argentinos de mi generación, los cuatros entierros que acabamos de mencionar son los mojones de nuestro propio itinerario. Cuando recién habíamos nacido, murió Yrigoyen. Cuando éramos jóvenes, murió Evita. Cuando éramos adultos, murió Perón. Y ahora que peinamos canas, acaba de morir Alfonsín.

Creo que en estos últimos días somos muchos los que hemos tenido la sensación de que nos visitaba la historia. Otro histórico, Antonio Cafiero, expresó este sentimiento general al decir que Alfonsín ya no les pertenece sólo a los radicales. ¿Pero qué quiso decirnos Alfonsín con su silencio final, qué quiso comunicarnos este orador incansable cuando, al fin, le tocó callar? ¿Cuál fue, en definitiva, su postrer mensaje?

Durante sus largas y emotivas exequias, muchos tuvimos esa sensación de que, en una jornada particular, nos convocaba la historia. Pero ahora la tarea ya no es de él sino nuestra. ¿Seremos capaces de traducir entonces al lenguaje de nuestra tensa vida en común ese último mensaje que Alfonsín encarnó sin pronunciar?
Ahora, la república

En 1983, justamente de la mano de Alfonsín, renació la democracia. Reimplantarla ha sido hasta ahora, sin embargo, una tarea inconclusa. En los 25 años que ella lleva de vigencia, la hemos comprometido y la hemos salvado varias veces. Pese a crisis como la que agobió al propio Alfonsín cuando renunció antes de tiempo a mediados de 1989 y como la aún más grave que acompañó a la renuncia de Fernando de la Rúa a fines de 2001, la democracia sigue con nosotros.

Pero la restauración de 1983 sigue inconclusa porque a lo que llamamos simplemente 'democracia' aún le falta su segundo elemento esencial, ese que llamamos 'república'. Lo que nos ha faltado hasta ahora es reimplantar 'totalmente' el régimen político de nuestra Constitución, que no es otro que la democracia republicana . Mientras la democracia consiste en que el pueblo tenga la última palabra, la república consiste en que el poder que surge de las elecciones admita por su parte características que aún brillan por su ausencia: la división de los poderes, para que coexistan plenamente al lado del Poder Ejecutivo el Poder Legislativo del Congreso y el Poder Judicial de tribunales celosamente independientes, sumándoseles los poderes locales verdaderamente autónomos que requiere por su parte el principio federal. Porque el poder, en las repúblicas, no se dice en singular sino en plural. Si en una Constitución como la nuestra los poderes que limitan y controlan al Poder Ejecutivo languidecen, podrá haber democracia pero no república, esto es, una 'democracia no republicana'.

La inmensa manifestación que acompañó a Alfonsín a su última morada lo hizo en respetuoso silencio. No se escucharon en ella gritos ni improperios. Su recatada actitud portaba, sin embargo, un mensaje elocuente: los argentinos no queremos solamente la democracia sino también la república. Este es el mensaje que el Poder Ejecutivo, si puso sus oídos contra el suelo, hubo de escuchar.

Si el Gobierno sigue pretendiendo como hasta ahora la suma del poder en singular, si sigue sin dialogar con quienes no piensan como él, habrá desoído el elocuente silencio de la ciudadanía en esta semana particular. Parafraseando al propio Alfonsín, el último mensaje de moderación, pluralismo y honestidad que nos legó podría reflejarse entonces en una de sus frases preferidas: 'Ahora, la república'.

El Gobierno está invitado, pues, a rectificar su interpretación autoritaria de la democracia. Ojalá lo intente él mismo porque, en caso contrario, la tarea urgente y esencial de completar la democracia republicana que aún nos debemos quedará a cargo, ya sea en 2009 o en 2011, del poskirchnerismo. Será sólo entonces, en tal caso, que la democracia reclamará la compañía de la república como una hermana que al fin encuentra a la querida hermana que se le había extraviado."
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18 de abril de 2009

La Kasa real y sus escándalos - lanacion.com

La Kasa real y sus escándalos - lanacion.com: "

La Kasa real y sus escándalos
Por Adrián Ventura
Especial para lanacion.com

Viernes 17 de abril de 2009 | 01:42 (actualizado a las 13:26)

Video: la realidad supera al Gobierno, por Adrián Ventura

El Gobierno creó una realidad virtual: eliminó todos los problemas y, por las dudas, tiene personajes virtuales que puede manejar por control remoto.

La Argentina es una potencia desarrollada. Por obra y gracia del Gobierno, no hay inflación, hay plena seguridad; cada vez hay menos pobreza, la economía sigue con viento en popa y, ahora, no hay dengue.

El éxito del gobierno argentino es total y lo logró con la máxima eficiencia, sin esfuerzo alguno, como corresponde a un verdadero político argentino.

En efecto, se desarticuló el Indec; el Gobierno no acepta que la Argentina está entrando en recesión, aunque el mercado indique otra cosa y, ahora, evitó que el Senado declarase la emergencia sanitaria.

Pero la realidad es otra: el Gobierno no se preocupa de tomar medidas de estímulo, y se conformó con hacer anuncios de planes de crédito inútiles; cada vez hay más muertos en las calles pero los legisladores no sancionan ningún régimen para la minoridad; y, ahora, por una orden telefónica, los senadores se negaron a sancionar la emergencia, para luchar contra el dengue.

El argumento que usa el Gobierno para no asumir la responsabilidad por la inseguridad es que la inseguridad no es real, sino una sensación que provocan los medios.

El argumento para haber impedido la declaración de emergencia por el dengue no es menos insólito: el mundo se puede inquietar. Pero, ¿y los argentinos, qué pensarán? Eso, una vez más, no le importa a nadie. En definitiva, que nos piquen los mosquitos. Para el Gobierno, los argentinos sólo servimos para pagar impuestos.

Hasta ahora, lo único que el Gobierno no pudo hacer fue influir sobre los mosquitos con alguna prebenda porque los mosquitos no saben lo que es el clientelismo, por suerte.

A veces, un mosquito es más sensato que algunos legisladores.

Hace mucho que la Argentina dejó de ser una república. Quizá, ni siquiera valga la pena tomar al país en serio"
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La Kasa real y sus escándalos - lanacion.com

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La Kasa real y sus escándalos
Por Adrián Ventura
Especial para lanacion.com

Viernes 17 de abril de 2009 | 01:42 (actualizado a las 13:26)

Video: la realidad supera al Gobierno, por Adrián Ventura

El Gobierno creó una realidad virtual: eliminó todos los problemas y, por las dudas, tiene personajes virtuales que puede manejar por control remoto.

La Argentina es una potencia desarrollada. Por obra y gracia del Gobierno, no hay inflación, hay plena seguridad; cada vez hay menos pobreza, la economía sigue con viento en popa y, ahora, no hay dengue.

El éxito del gobierno argentino es total y lo logró con la máxima eficiencia, sin esfuerzo alguno, como corresponde a un verdadero político argentino.

En efecto, se desarticuló el Indec; el Gobierno no acepta que la Argentina está entrando en recesión, aunque el mercado indique otra cosa y, ahora, evitó que el Senado declarase la emergencia sanitaria.

Pero la realidad es otra: el Gobierno no se preocupa de tomar medidas de estímulo, y se conformó con hacer anuncios de planes de crédito inútiles; cada vez hay más muertos en las calles pero los legisladores no sancionan ningún régimen para la minoridad; y, ahora, por una orden telefónica, los senadores se negaron a sancionar la emergencia, para luchar contra el dengue.

El argumento que usa el Gobierno para no asumir la responsabilidad por la inseguridad es que la inseguridad no es real, sino una sensación que provocan los medios.

El argumento para haber impedido la declaración de emergencia por el dengue no es menos insólito: el mundo se puede inquietar. Pero, ¿y los argentinos, qué pensarán? Eso, una vez más, no le importa a nadie. En definitiva, que nos piquen los mosquitos. Para el Gobierno, los argentinos sólo servimos para pagar impuestos.

Hasta ahora, lo único que el Gobierno no pudo hacer fue influir sobre los mosquitos con alguna prebenda porque los mosquitos no saben lo que es el clientelismo, por suerte.

A veces, un mosquito es más sensato que algunos legisladores.

Hace mucho que la Argentina dejó de ser una república. Quizá, ni siquiera valga la pena tomar al país en serio"
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Rechazó ser candidato

Malestar en el Gobierno por críticas de Montoya - lanacion.com: "

Rechazó ser candidato
Acusó al kirchnerismo de 'no escuchar'

Viernes 17 de abril de 2009 | Publicado en edición impresa


Una fuerte controversia provocó ayer en el oficialismo el recaudador bonaerense Santiago Montoya, después de que rechazara ser candidato a concejal por San Isidro. Montoya negó su postulación mediante un comunicado en el que criticó duramente la 'política nacional', que 'perdió la capacidad de escuchar a la sociedad, a los líderes opositores y a los distintos sectores sociales y productivos del país'.

El texto causó tal revuelo en Olivos y en la gobernación que, según pudo averiguar LA NACION, hubo llamados del ex presidente Néstor Kirchner al gobernador Daniel Scioli para pedir que lo despidiera.

'No le pedí la renuncia', expresó Scioli anoche, en San Miguel, cuando todavía arreciaban las presiones del PJ bonaerense y del kirchnerismo nacional para que echara a Montoya.

Después de los pedidos de destitución, la primera reacción del gobierno provincial fue reclamarle al jefe de la Agencia de Recaudación de Buenos Aires (Arba) que aclarara qué había querido decir.

Montoya envió un nuevo texto, en el que se lamentó por 'los malentendidos producidos a partir de las versiones sobre tal candidatura', pero luego ratificó tanto su rechazo a la postulación como su postura respecto de la política kirchnerista. 'Insisto, y amplío, mi opinión autocrítica acerca de la política nacional y la necesidad de escuchar más a la gente', afirma.

Al hablar de 'autocrítica', incluyó al gobierno bonaerense. En el primer comunicado había endulzado al gobernador con el siguiente párrafo: 'Estoy convencido de que Daniel Scioli es el líder que, desde este espacio político, tiene la mayor capacidad de escuchar y articular intereses políticos y sectoriales'.

Anoche, Montoya dijo a LA NACION: 'Yo no renuncio a nada y nadie del gobierno me pidió que renunciara'. A pesar de todo ello, fuentes de la gobernación revelaron que el clima interno hacia el recaudador era casi irrespirable. 'Con lo que dijo está ido o casi ido . Eso no se hace en el kirchnerismo. Durante todo el día hubo mucha presión del peronismo y muchas llamadas de todos lados [para exigirle a Scioli la destitución de Montoya]. Y él, encima, en el segundo comunicado insistió en sus críticas al gobierno nacional. Parece como si quisiera irse', opinó un dirigente de máxima confianza del gobernador.

Cerca de Scioli algunos suponen que Montoya busca una salida estruendosa para llevarse capital político hacia el peronismo disidente. 'Tiene buena relación con Felipe Solá', cuestionaron. En el equipo de Montoya no negaron la buena onda con el ex gobernador, pero desmintieron cualquier vinculación política con Solá. 'Si hubiera querido irse, lo habría hecho hace tres meses', afirmaron.

Como para justificar su rechazo a la candidatura, Montoya dijo que se encuentra al frente de 'una complicadísima campaña tributaria, que se encuentra en su fase crítica'. Fuentes de la gobernación calculan en 12.000 millones de pesos el déficit de la provincia en 2009. Para cubrirlo, admiten que necesitan una ayuda esencial de la Casa Rosada. Montoya, en este contexto, está encargado de la recaudación. 'Siento que si me presentara yo mismo para concejal, en estas condiciones, estaría traicionando a mis vecinos. No puedo hacerlo', explicó en su primer comunicado.

A última hora de ayer, las presiones políticas sobre Montoya continuaban en el oficialismo. El clima era una mezcla de enojo por el tono de sus comunicados e insistencia para que aceptara la candidatura. Montoya hacía equilibrio. Hizo saber por la noche que ni sería candidato ni les bajaría el registro a sus críticas. En el peronismo bonaerense rechazaban ambas definiciones y reclamaban a Scioli una medida firme en contra del recaudador.

Montoya acusa al PJ bonaerense por las presiones para aceptar la candidatura y por parte de la insistencia para que lo echen.
Las llamadas

El gobernador no manifestó su bronca personalmente a Montoya, pero se la hizo saber con llamadas de otros dirigentes que mantienen una relación más fluida con el jefe de ARBA. Los de mejor trato con Montoya son el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, y el ministro de Economía, Rafael Perelmiter. También habla, como lo hizo anoche, con el secretario general de la gobernación, José Scioli.

Según allegados al recaudador, el hermano del gobernador le pidió anoche una definición. 'No te vamos a pedir la renuncia, pero vos tenés que definir de qué lado estás', le habría dicho. Montoya ratificó su pertenencia al equipo de Scioli.

Las versiones sobre su posible exoneración, sin embargo, continuaban sobre la medianoche.

Desde el entorno del gobernador transmitieron a LA NACION que el futuro de Montoya dependería de las reacciones políticas que hubiera hoy. Algo similar contaron cerca de Montoya. En cualquier caso, el clima era muy tenso.

Informe de Pablo Morosi
El personaje
SANTIAGO MONTOYA
Titular de ARBA

Es cordobés, tiene 49 años y un hijo. En noviembre de 2001 se sumó al área económica del gobierno bonaerense. Un mes más tarde, Felipe Solá lo promovió como subsecretario de Ingresos Públicos. Desde la Dirección de Rentas, consiguió que Buenos Aires fuera la única provincia que, durante 2002, no sufrió una caída de la recaudación de impuestos.
Los comunicados
POR LA MAÑANA
Contra el kirchnerismo

'Siento que en los últimos tiempos desde el oficialismo hemos perdido parte de la capacidad de escuchar a la sociedad, a los líderes opositores, a los distintos sectores sociales y productivos del país [...]. Lo que no estoy dispuesto a hacer, y no voy a hacer, es ser candidato a concejal en San Isidro en estas elecciones.'
TRAS EL PEDIDO DE RECTIFICACION
Nuevas críticas

'Lamento profundamente los malentendidos producidos a partir de las versiones sobre tal candidatura [testimonial a concejal de San Isidro], que nunca llegó a serme formalmente ofrecida [...]. Insisto, y amplío, mi opinión autocrítica acerca de la política nacional y la necesidad de escuchar más a la gente.'
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Rechazó ser candidato
Acusó al kirchnerismo de 'no escuchar'

Viernes 17 de abril de 2009 | Publicado en edición impresa


Una fuerte controversia provocó ayer en el oficialismo el recaudador bonaerense Santiago Montoya, después de que rechazara ser candidato a concejal por San Isidro. Montoya negó su postulación mediante un comunicado en el que criticó duramente la 'política nacional', que 'perdió la capacidad de escuchar a la sociedad, a los líderes opositores y a los distintos sectores sociales y productivos del país'.

El texto causó tal revuelo en Olivos y en la gobernación que, según pudo averiguar LA NACION, hubo llamados del ex presidente Néstor Kirchner al gobernador Daniel Scioli para pedir que lo despidiera.

'No le pedí la renuncia', expresó Scioli anoche, en San Miguel, cuando todavía arreciaban las presiones del PJ bonaerense y del kirchnerismo nacional para que echara a Montoya.

Después de los pedidos de destitución, la primera reacción del gobierno provincial fue reclamarle al jefe de la Agencia de Recaudación de Buenos Aires (Arba) que aclarara qué había querido decir.

Montoya envió un nuevo texto, en el que se lamentó por 'los malentendidos producidos a partir de las versiones sobre tal candidatura', pero luego ratificó tanto su rechazo a la postulación como su postura respecto de la política kirchnerista. 'Insisto, y amplío, mi opinión autocrítica acerca de la política nacional y la necesidad de escuchar más a la gente', afirma.

Al hablar de 'autocrítica', incluyó al gobierno bonaerense. En el primer comunicado había endulzado al gobernador con el siguiente párrafo: 'Estoy convencido de que Daniel Scioli es el líder que, desde este espacio político, tiene la mayor capacidad de escuchar y articular intereses políticos y sectoriales'.

Anoche, Montoya dijo a LA NACION: 'Yo no renuncio a nada y nadie del gobierno me pidió que renunciara'. A pesar de todo ello, fuentes de la gobernación revelaron que el clima interno hacia el recaudador era casi irrespirable. 'Con lo que dijo está ido o casi ido . Eso no se hace en el kirchnerismo. Durante todo el día hubo mucha presión del peronismo y muchas llamadas de todos lados [para exigirle a Scioli la destitución de Montoya]. Y él, encima, en el segundo comunicado insistió en sus críticas al gobierno nacional. Parece como si quisiera irse', opinó un dirigente de máxima confianza del gobernador.

Cerca de Scioli algunos suponen que Montoya busca una salida estruendosa para llevarse capital político hacia el peronismo disidente. 'Tiene buena relación con Felipe Solá', cuestionaron. En el equipo de Montoya no negaron la buena onda con el ex gobernador, pero desmintieron cualquier vinculación política con Solá. 'Si hubiera querido irse, lo habría hecho hace tres meses', afirmaron.

Como para justificar su rechazo a la candidatura, Montoya dijo que se encuentra al frente de 'una complicadísima campaña tributaria, que se encuentra en su fase crítica'. Fuentes de la gobernación calculan en 12.000 millones de pesos el déficit de la provincia en 2009. Para cubrirlo, admiten que necesitan una ayuda esencial de la Casa Rosada. Montoya, en este contexto, está encargado de la recaudación. 'Siento que si me presentara yo mismo para concejal, en estas condiciones, estaría traicionando a mis vecinos. No puedo hacerlo', explicó en su primer comunicado.

A última hora de ayer, las presiones políticas sobre Montoya continuaban en el oficialismo. El clima era una mezcla de enojo por el tono de sus comunicados e insistencia para que aceptara la candidatura. Montoya hacía equilibrio. Hizo saber por la noche que ni sería candidato ni les bajaría el registro a sus críticas. En el peronismo bonaerense rechazaban ambas definiciones y reclamaban a Scioli una medida firme en contra del recaudador.

Montoya acusa al PJ bonaerense por las presiones para aceptar la candidatura y por parte de la insistencia para que lo echen.
Las llamadas

El gobernador no manifestó su bronca personalmente a Montoya, pero se la hizo saber con llamadas de otros dirigentes que mantienen una relación más fluida con el jefe de ARBA. Los de mejor trato con Montoya son el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, y el ministro de Economía, Rafael Perelmiter. También habla, como lo hizo anoche, con el secretario general de la gobernación, José Scioli.

Según allegados al recaudador, el hermano del gobernador le pidió anoche una definición. 'No te vamos a pedir la renuncia, pero vos tenés que definir de qué lado estás', le habría dicho. Montoya ratificó su pertenencia al equipo de Scioli.

Las versiones sobre su posible exoneración, sin embargo, continuaban sobre la medianoche.

Desde el entorno del gobernador transmitieron a LA NACION que el futuro de Montoya dependería de las reacciones políticas que hubiera hoy. Algo similar contaron cerca de Montoya. En cualquier caso, el clima era muy tenso.

Informe de Pablo Morosi
El personaje
SANTIAGO MONTOYA
Titular de ARBA

Es cordobés, tiene 49 años y un hijo. En noviembre de 2001 se sumó al área económica del gobierno bonaerense. Un mes más tarde, Felipe Solá lo promovió como subsecretario de Ingresos Públicos. Desde la Dirección de Rentas, consiguió que Buenos Aires fuera la única provincia que, durante 2002, no sufrió una caída de la recaudación de impuestos.
Los comunicados
POR LA MAÑANA
Contra el kirchnerismo

'Siento que en los últimos tiempos desde el oficialismo hemos perdido parte de la capacidad de escuchar a la sociedad, a los líderes opositores, a los distintos sectores sociales y productivos del país [...]. Lo que no estoy dispuesto a hacer, y no voy a hacer, es ser candidato a concejal en San Isidro en estas elecciones.'
TRAS EL PEDIDO DE RECTIFICACION
Nuevas críticas

'Lamento profundamente los malentendidos producidos a partir de las versiones sobre tal candidatura [testimonial a concejal de San Isidro], que nunca llegó a serme formalmente ofrecida [...]. Insisto, y amplío, mi opinión autocrítica acerca de la política nacional y la necesidad de escuchar más a la gente.'
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La trampa del esquema de Kirchner

La trampa del esquema de Kirchner - lanacion.com: "

El escenario
La trampa del esquema de Kirchner
José Ignacio Lladós
LA NACION

Sábado 18 de abril de 2009 |

Santiago Montoya hizo todo lo posible para que lo echaran. Daniel Scioli no tuvo margen de maniobra. Ambos, en definitiva, fueron víctimas de un esquema político y electoral made in Kirchner .

Después del invento de las candidaturas pour la galerie , el gobernador subió a toda su administración al tren kirchnerista. No dio opción, como tampoco se la ofreció Kirchner a él. 'Todos mis funcionarios están a disposición del partido', dijo Scioli en aquel momento. Más claro: todos los que fueran requeridos por el kirchnerismo para ser candidatos debían aceptar la postulación.

Pues Montoya rechazó, primero en privado, algunos ofrecimientos informales que le hicieron funcionarios provinciales y nacionales. Scioli se enteró y se molestó. Lo sintió como algo personal.

A partir de allí, se hizo pública la idea de que el recaudador sería candidato a concejal en San Isidro, donde las encuestas pronostican una catástrofe electoral para el kirchnerismo. 'Era lo mismo que liquidarlo para que no pudiera competir en 2011. Lo querían mandar a perder por paliza', cuestionaron cerca de Montoya. El recaudador lo tomó como una declaración de guerra y reaccionó como no corresponde a un político de raza: con furia.

Así las cosas, Montoya decidió hacer público su malestar con dos comunicados en los que rechazó cualquier candidatura y criticó sin nombrarlo a Néstor Kirchner.

Scioli no tuvo opción. Montoya lo había desautorizado y se había puesto en contra del líder peronista, que bramó -y se ocupó de que lo mismo hiciera su entorno- durante todo un día en contra del recaudador estrella.

Scioli no quería expulsar a Montoya, a quien consideraba un funcionario muy importante de su administración. Por eso le pidió que aclarara sus comentarios. Pero Montoya oscureció y repitió todos sus cuestionamientos. Resulta una torpeza política demasiado grande para alguien que quiere mantener su cargo. ¿O será que Montoya buscaba que lo echaran?

Que ahora se haya designado en ARBA -el ente de recaudación- a Rafael Perelmiter, ministro de Economía y, antes que eso, contador personal de Scioli, indica la relevancia que el gobernador le asigna al área. Las políticas de ingresos fiscales serán, este año sobre todo, las más importantes de la administración bonaerense. En el gobierno provincial prevén, además, que en 2009 caerá la recaudación. Y querían que Montoya se hiciera cargo de las malas épocas así como antes fue la estrella de los buenos momentos fiscales.

* * *

En La Plata se preocuparon ayer por afirmar que Néstor Kirchner no había tenido nada que ver con el despido de Montoya. 'El que pone y el que saca funcionarios es Scioli', aseguró Alberto Pérez, uno de los pocos hombres en los que el gobernador confía ciegamente. La indignación de Kirchner, sin embargo, llegó directamente a los oídos de Scioli. Y pesó, lógicamente. Aunque el recaudador tampoco le había dejado demasiado espacio para maniobrar.

Entrampado por derivaciones de un esquema electoral que él no ideó y por la necesidad de defender al líder de un espacio que no permite librepensadores, el gobernador perdió a uno de sus funcionarios preferidos. La campaña no da respiro al kirchnerismo."
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Santiago Montoya hizo todo lo posible para que lo echaran. Daniel Scioli no tuvo margen de maniobra. Ambos, en definitiva, fueron víctimas de un esquema político y electoral made in Kirchner .

Después del invento de las candidaturas pour la galerie , el gobernador subió a toda su administración al tren kirchnerista. No dio opción, como tampoco se la ofreció Kirchner a él. 'Todos mis funcionarios están a disposición del partido', dijo Scioli en aquel momento. Más claro: todos los que fueran requeridos por el kirchnerismo para ser candidatos debían aceptar la postulación.

Pues Montoya rechazó, primero en privado, algunos ofrecimientos informales que le hicieron funcionarios provinciales y nacionales. Scioli se enteró y se molestó. Lo sintió como algo personal.

A partir de allí, se hizo pública la idea de que el recaudador sería candidato a concejal en San Isidro, donde las encuestas pronostican una catástrofe electoral para el kirchnerismo. 'Era lo mismo que liquidarlo para que no pudiera competir en 2011. Lo querían mandar a perder por paliza', cuestionaron cerca de Montoya. El recaudador lo tomó como una declaración de guerra y reaccionó como no corresponde a un político de raza: con furia.

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Entrampado por derivaciones de un esquema electoral que él no ideó y por la necesidad de defender al líder de un espacio que no permite librepensadores, el gobernador perdió a uno de sus funcionarios preferidos. La campaña no da respiro al kirchnerismo."
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