18 de enero de 2011

UN E-READER TÁCTIL Y CON WI-FI

Vía: QueSabesDe
martes, 18 de enero de 2011
Papyre 6.2: análisis
Manejo sencillo y posibilidades inalámbricas. Son dos de las grandes demandas de los aficionados a los e-books, contestadas en este Papyre 6.2 con una pantalla táctil de 6 pulgadas cuyo desempeño deja algo que desear y una conexión Wi-Fi pensada -eso sí- para descargar libros a través de un navegador web bastante impracticable. Al menos esta fórmula imperfecta llega con un diseño muy transportable y una autonomía que no se ve en exceso comprometida por las peculiaridades que el equipo presenta respecto a un e-reader común.
Lucas Laó.- Cuando la firma española Grammata dio a conocer este Papyre 6.2, en realidad sólo se estaba convirtiendo en un distribuidor más de un equipo originalmente conocido como NVSL. De hecho, tanto en tiendas físicas como virtuales uno puede encontrarlo con nombres como Bq Avant, y en todos los casos nos hallamos ante el mismo dispositivo importado de China pero con distintos retoques en su software.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM





Aclarado este punto, conviene destacar que la pantalla táctil de este lector de e-books no está preparada para lápices ni estiletes, y que como es habitual Grammata lo vende con una selección de clásicos literarios en su interior para que el usuario pueda leer algo antes de añadirle contenido manualmente, o si tiene la paciencia suficiente, descargar por Wi-Fi algún libro.





Diseño cortado





A primera vista, parece que a este Papyre 6.2 le hayan cortado la parte superior, pues el acabado plano de ésta contrasta notoriamente con la curvatura de las esquinas inferiores. Es la mayor curiosidad de su carcasa de plástico, que combina el rojo burdeos como color predominante con algunas zonas en negro, rematadas siempre con un acabado en trama a base de líneas diagonales.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM








© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM





Liviano como pocos, sus 195 gramos y sus dimensiones de 164 x 124 x 8,5 milímetros lo hacen sumamente cómodo de transportar. Especialmente si recurrimos a la funda que viene dentro de la caja, con la que aparte de proteger al equipo de arañazos y caídas accidentales, también conseguimos que cobre un aspecto similar al de una agenda con tapas de cuero.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM








© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM





Antes de meternos de lleno en su pantalla, que se bloquea y desbloquea con la ayuda de una palanca situada en la parte superior izquierda, nos ha llamado la atención que entre los siete botones que hay a los pies de ésta no haya nada parecido a la clásica tecla Home, ese útil atajo para volver al menú principal del sistema. En lugar de ello, habrá que pulsar la flecha de vuelta atrás tantas veces como sean necesarias.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM








© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM








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Arriba están acertadamente colocados un puerto micro-USB, una ranura para tarjetas microSD y una salida de auriculares de 3,5 milímetros, una opción mucho más indicada para escuchar música en MP3 que los altavoces que el Papyre 6.2 lleva integrados en la parte inferior, pues no consiguen gran calidad.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM





Lástima que no haya un control de volumen directo. En lugar de ello, primero hay que pulsar en una tecla decorada con el icono de un megáfono, para luego subir o bajar el volumen pulsando las mismas teclas que se emplean para pasar las páginas de los libros. Claro que la música no es una función primordial en el equipo, sino sólo un complemento.





Difícil pareja





La tinta electrónica y la tecnología táctil no suelen llevarse bien, con excepciones como la que vimos al analizar el Sony Reader Touch. Por desgracia, y como ya sospechábamos entonces, el Papyre 6.2 se mueve en un nivel muy inferior en esta y otras materias, como las propias virtudes de visualización.





© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM





El Sony Reader Touch PRS-650 (izquierda) y el Papyre 6.2.



Para empezar, y aunque las pantallas de ambos modelos compartan sus 6 pulgadas de tamaño, sus 600 x 800 píxeles de resolución y sus 16 niveles de gris, la del Papyre 6.2 está claramente menos contrastada. Al no usar tecnología Vizplex (el modelo de Sony va un paso más allá e incorpora tecnología Pearl, su sucesora teórica), el fondo es más gris de lo deseable, lo que hace que el negro de las letras destaque algo menos.





Lo curioso es que, cuando pasamos de una página a otra, las letras quedan momentáneamente algo más resaltadas, consiguiendo así durante un instante un negro similar al que siempre muestra el Sony Reader. De todas formas, en circunstancias normales la pantalla del Papyre 6.2 es perfectamente legible, pero ese menor contraste se echa en falta si no disponemos de la suficiente luz ambiental.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM








© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM





Una luz azul tiñe la tecla central cada vez que hacemos una pulsación sobre la pantalla.



Respecto a lo táctil, las quejas son pocas estrictamente hablando, ya que el panel es capacitivo y requiere pulsaciones suaves (confirmadas siempre por un LED azul que ilumina la tecla central). El problema es que la lenta velocidad de refresco de la tinta electrónica (y más la de este panel en concreto) hacen esta función muy poco manejable.





A este respecto, cabe destacar que la velocidad de refresco es además algo inestable. Leyendo un libro, las páginas se pasan a ratos en apenas un segundo, a ratos invirtiendo tres o cuatro segundos. Estos tirones, que igual no deberían producirse en un equipo que lleva un procesador a 400 MHz y 128 MB de RAM sólo para reproducir e-books, se minimizan si recurrimos al modo de ahorro de energía.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM





En dicho modo, que entre otras cosas se encarga de desactivar el acelerómetro del equipo (aplicable sólo a la lectura de e-books, por cierto, nada de apaisar la interfaz del sistema o el navegador web), la velocidad de refresco queda más o menos estabilizada en torno a un par de segundos.





De todas formas, al leer libros no hay mayor problema. Siempre y cuando nos acostumbremos a una pequeña rareza: las páginas se pueden pasar deslizando el dedo sobre la pantalla, pero haciéndolo en la dirección contraria a lo habitual en una pantalla táctil. Aunque es cuestión de acostumbrarse, al principio esto le deja a uno algo descolocado y le incita a usar mejor los botones inferiores para pasar página.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM








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La última incomodidad destacable la encontramos en la imposibilidad de tomar notas manuscritas, lo que nos obliga a pasar siempre por un teclado QWERTY virtual que, si bien tiene un tamaño aceptable y unas teclas convenientemente separadas, se ve bastante entorpecido por la lente velocidad de refresco del panel.





Leer y poco más





Ni subrayados ni resaltados ni anotaciones a mano alzada. Aparte de reproducir los formatos habituales (PDF, EPUB, HTML, RTF y TXT), el Papyre 6.2 sólo puede añadir a los e-books marcadores de página y anotaciones tomadas, como decíamos antes, con el incómodo teclado virtual. Ni siquiera incluye un sencillo diccionario, cuando el antes mencionado Bq Avant, sin ir más lejos, lleva uno para traducir palabras de inglés a español.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM








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Sí que se puede, por supuesto, modificar el tamaño de las letras para ajustarlo a nuestras necesidades, así como explorar los libros por capítulos o irnos a una página concreta. También hay un botón que permite hacer búsquedas de texto dentro del libro, separado de la tecla central con la que accedemos a un menú resumido de opciones.





Papyre 6.2


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Tanto el menú principal del sistema (entre cuyos iconos encontramos un útil atajo para acceder las anotaciones realizadas) como en el explorador de libros (ordenable en función del título o el autor de las obras, entre otros criterios) incluyen siempre un acceso táctil al último título que hayamos consultado, el cual se abrirá además justo por la página en la que suspendimos la lectura.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM








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Detalles más que habituales en todo reproductor de libros electrónicos que se precie, y que en el caso de este Papyre 6.2 vienen acompañados de pocos lujos adicionales, manteniendo unas opciones de edición muy sencillas y, si acaso, algún detalle poco usual como el acelerómetro, que permite recurrir de forma más fácil a la visualización vertical de las páginas de los e-books.





Descarga si puedes





Como comentábamos al principio, el Papyre 6.2 puede conectarse a Internet por Wi-Fi (802.11 b/g) para descargar libros. Claro que tiene que hacerlo a través de un navegador web clásico que, si bien y a modo de curiosidad le permite cargar en tinta electrónica cualquier página web, no es la mejor solución para este tipo de menesteres.





Sólo escribir la dirección de la página deseada (ya sea una tienda on-line o un portal de libros gratuitos como Project Gutenberg) en el teclado virtual del equipo ya es un inconveniente. Nada comparado, en cualquier caso, con la molesta navegación una vez dentro de la página, ya que para recorrerla hay que apoyarse en unas a veces diminutas barras de scroll vertical y horizontal.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM





Pulsar la pantalla sólo sirve para abrir enlaces, mientras que en la parte superior del navegador hay controles adicionales para regular el zoom. Con paciencia uno acaba encontrando la descarga que busca, pero como haya que hacer un camino de enlaces muy largo y éstos no estén siempre a primera vista, podemos invertir un tiempo bastante majo para algo que, en un ordenador, haríamos en sólo unos segundos.





En este sentido, el sistema con pantalla táctil secundaria que vimos en el Papyre 6.S Alex es infinitamente más cómodo. Menos da una piedra, eso sí. Los títulos descargados, por cierto, se van guardando en un apartado especial de la memoria interna del equipo, de forma que los 1,5 GB integrados se dividen en unos 700 MB para descargas y 838 MB accesibles por USB para que agreguemos y saquemos los títulos de forma manual (sin contar con la ampliación por tarjetas de memoria, claro).





¿Con o sin?





En igualdad de condiciones con un lector de e-books del montón, la batería de 1530 mAh del Papyre 6.2 puede durar incluso meses en función de los hábitos de lectura de su dueño, ya que su autonomía se cifra en 10.000 pases de página. Ahora bien, hay que andarse con ojo a la hora de usar el Wi-Fi.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM





Usemos o no el navegador web, dejar el Wi-Fi activo significa que la batería irá perdiendo más o menos un 10% de su capacidad cada día, por lo que con un par de horas diarias de lectura dejaremos la batería vista para sentencia en menos de una semana. Que tampoco está nada mal, en cualquier caso.





Más ruido que nueces





El manejo táctil del Papyre 6.2 es un tanto decepcionante, y su propuesta para descargar los libros directamente al dispositivo es más un parche que una verdadera alternativa. Teniendo en cuenta el precio de 270 euros con el que lo distribuye Grammata, salen mucho más a cuento otros lectores de e-books que, como los de Sony, renuncian al Wi-Fi pero proporcionan una experiencia táctil mucho más decente.





Papyre 6.2


© Álvaro Méndez, QUESABESDE.COM





Por supuesto, no deja de ser una buena forma de llevar siempre encima una gran colección de e-books. Pero en última instancia, su experiencia de uso no mejora mucho lo que se estila en otros e-readers no táctiles, sin conectividad inalámbrica y más baratos. Un modelo que, en definitiva, no tiene pinta de que vaya a servir para mejorar mucho ese 3,9% de tasa de penetración que, según el ONTSI, tuvo el libro electrónico en España en 2009.





Nota: las tarjetas de memoria que aparecen fotografiadas en este artículo han sido cedidas por SanDisk como parte de un acuerdo publicitario alcanzado entre esta compañía y QUESABESDE.COM.

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