9 de abril de 2009

Apuesta a todo o nada - lanacion.com

Apuesta a todo o nada - lanacion.com: "El escenario
Apuesta a todo o nada
Martín Rodríguez Yebra
LA NACION
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Jueves 9 de abril de 2009 | Publicado en edición impresa
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Cuando Néstor Kirchner vio el fin de semana las encuestas sobre su proyectada aventura como candidato a diputado por Buenos Aires descubrió que su intención de voto sólo rondaba el 28 por ciento. Pero que si se sumaba a Daniel Scioli a la oferta podía trepar hasta el 40. En 48 horas concibió la posibilidad de una batalla épica para vestir lo que podría ser su mayor admisión de debilidad.

'Esto es a todo o nada. El que esté con nosotros tiene que poner el cuerpo', le manifestó a un intendente del conurbano al que citó el lunes. La idea, que parecía increíble al despuntar la semana, tomó cuerpo a la velocidad de la luz. Kirchner sondeó a los barones del PJ bonaerense y luego le dijo al gobernador que lo quería con él en la boleta. Lo entusiasmó con la promesa de que los intendentes propios están dispuestos a ser candidatos a concejales.

Si el plan se concreta, pondría al país en una situación insólita, más cerca de los plebiscitos revocatorios con los que de tanto en tanto Hugo Chávez reaviva su poder que del espíritu constitucional de una renovación legislativa. Esa lógica no admite derrotas. Eduardo Duhalde puso el dedo en la llaga cuando dijo: 'Si Scioli compite y pierde, tiene que renunciar'.

Difícilmente el oficialismo alcanzará el éxito plebiscitario del 50 por ciento. No lo consiguió en su apogeo de 2007. Aun con un triunfo, más de la mitad de los votantes le dirá que no. Previsibles caídas en varias provincias grandes podrían privarlo de las mayorías parlamentarias. ¿Conseguirá igual surgir fortalecido de una contienda planteada como de apoyo o rechazo al 'modelo'?

Kirchner no se detiene en esos preciosismos. Está dispuesto a jugar al límite de la ley para ganar 'su' Buenos Aires. Ya lo hizo cuando anticipó cuatro meses las elecciones y descolocó a toda la oposición. No dudaría un segundo en cambiar otra vez las reglas e inventar el plebiscito.

Su precipitada instalación como candidato lo ha colocado en un laberinto. Si ahora desistiera de competir, su poder en el PJ terminaría de desgajarse. Si se lanzara sin certezas de triunfo se enfrentaría al peligro de la traición peronista. Y, en última instancia, a una derrota que podría herir de gravedad al gobierno que encabeza su esposa. 'La lógica es clara. Si gana, gana Néstor. Si pierde, vaya quien vaya como candidato del PJ, pierde Néstor. No hay opción', sintetizó un ministro nacional.

* * *

Sumar a Scioli y a los intendentes ofrece hoy una garantía para Kirchner, más allá de los números de encuestas con escenarios simulados: los peronistas del conurbano ya no podrían jugar a dos puntas con los disidentes Francisco de Narváez y Felipe Solá. Un fenómeno que ya estaba en marcha. El 'todo o nada' implica que una caída de Kirchner los arrastrará en sus distritos. El aparato peronista nunca se mueve por compromiso ideológico.

La incógnita en el oficialismo era anoche cómo tomaría la sociedad un anuncio como el que difundían sin disimulo las usinas kirchneristas.

Un funcionario de indudable cercanía a Scioli se alarmaba: 'Vamos a contramano de una sociedad que hace una semana, en el funeral de Alfonsín, hizo un fortísimo reclamo de institucionalidad'. En el gabinete provincial casi todos se enteraron de la jugada cuando Scioli dijo anteayer que no descartaba 'ninguna hipótesis' en una entrevista por TV.

Kirchner y el gobernador esperan el resultado de una batería de encuestas para tomar la decisión o dejar todo en un simple globo de ensayo.

Scioli imagina que la sociedad que lo premia con una buena imagen positiva le perdonará la transgresión de postularse a un cargo que no piensa ejercer. Como en el resto del oficialismo, tiene decidido usar como ejemplo de una actitud similar la eventual postulación a diputada de la vicejefa porteña, Gabriela Michetti. En 2007, cuando hizo una pirueta para pasar de la Capital a Buenos Aires, tuvo también la 'suerte' de que uno de sus principales rivales, De Narváez, peleaba con credenciales cuestionables por su origen colombiano.

Pero aquélla era una apuesta segura. Esta lo ata al destino de un Kirchner en crisis; un líder que lo llevó a la cima y que no dudaría en arrastrarlo al precipicio de la derrota."
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